"Confío en la capacidad técnica del INVAP, pero los contratos que tenía la Nación previstos con INVAP eran de la época de la magia y la plata no está", fue la cínica frase con la que Macri comunicó a la empresa que de ahora en más deberá manejarse sin ningún apoyo del Estado. El problema es que al ser una industria estratégica de nuestro país, el 80% de sus contratos eran acuerdos de provisión de alta tecnología para el Estado y solo un 20% de su cartera son contratos con el exterior.
El INVAP emplea a unas 1420 personas altamente capacitadas (ingenieros nucleares, químicos, electrónicos) y cuenta con una enorme trayectoria profesional con décadas de experiencia en investigación y desarrollo de alta tecnología a nivel mundial. De hecho, viene de venderle un reactor nuclear a Holanda, ganándole la licitación a Francia (ganó tanto la primera licitación en 2009 como la segunda que se abrió en 2014). Una empresa estatal modelo y un verdadero orgullo para el país. En su planta se construyeron los satélites ARSAT 1 y 2 y el Saocom1A de tipo meteorológico que será lanzado al espacio en California en agosto de este 2018. También desarrolla equipos de medicina nuclear y antenas de vigilancia.
INVAP es la única empresa argentina calificada por la NASA para proyectos espaciales, cuenta con 1.200 proveedores y factura alrededor de 200 millones de dólares por año. Su historia se remonta a la Comisión Nacional de Energía Atómica creada por los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, la misma que inició el desarrolla del primer reactor de investigación, el RA-1 (Reactor Argentino 1), que se inauguró en 1958 y evitó así que fuera comprado a los EEUU. En los años 70 se pudo exportar un reactor a Perú, en los 80 a Argelia y en los 90 a Egipto.
Macri viene de suspender proyectos de INVAP como el avión no tripulado SARA, el satélite geoestacionario ArSat 3 o la tecnología de radar que se inició en el 2007 y que en el año 2014 fuera homologado como Radar Primario Argentino 3D de largo alcance con tecnología y componentes nacionales. También se suspendió un convenio con la Armada en el que se encontraba el mantenimiento del ARA San Juan.
El objetivo de las potencias centrales y que Macri aplica desde el inicio de su mandato es destruir toda industria estratégica nacional que compita con EEUU, Gran Bretaña, Francia o Israel, desechando décadas de investigación soberana de excelencia.