El Radicalismo de La Plata debe expresarse ante la crisis

| Edición N° 5310

Buenos Aires, Argentina

03-09-2018 |


El Radicalismo de La Plata debe expresarse ante la crisis

La ausencia de posiciones políticas ante lo que diariamente ocurre en la Argentina, la Provincia y la Ciudad, motiva que un conjunto de Radicales asuman ese desafío que es nada más y nada menos que reconstruir el Radicalismo como herramienta de representación de los vecinos de La Plata. De allí que hacen público el siguiente documento:


RECUPERAR LA INICIATIVA  ABANDONANDO LA SOBERBIA

Otra vez los argentinos vivimos preocupados por el aumento del dólar y la situación económica y vemos  como se devalúan nuestros capitales y nuestros sueños. El golpismo explícito se refrega las manos y comienza, además de propalar audios del helicóptero, a tejer soluciones institucionales en los que ineludiblemente los que no fueron elegidos por la voluntad popular, se adueñan del poder. 

Pero revisar las causas que nos llevan a esta situación se torna impostergable si el objetivo es sortear este tipo de crisis y evitarlas en el futuro. Deberemos entonces evaluar que la combinación entre la impericia política y la mala praxis económica, condimentada por la soberbia y una forma de funcionamiento que prescinde de las instituciones partidarias y los líderes de opinión, ha generado buena parte de las condiciones para que cualquier coyuntura externa provoque impactos negativos en la vida de los argentinos. Ahora bien, esta última es un fenómeno exógeno y sobre el que no podemos influir, pero eso no puede ocultar que la responsabilidad de lo ocurrido es absolutamente local y mayoritariamente del sector que está en el gobierno ejecutivo.

En nuestro documento anterior ya habíamos manifestado y lamentablemente no nos equivocamos, que el marketing político servía para ganar elecciones pero no para gobernar y menos en este tipo de países con tantas dificultades. Para estas situaciones se requiere buena política y activar todos los anticuerpos del sistema que indican que hay que apostar a más democracia y menos sectarismo; que hay que integrar en vez de aislarse o cerrarse sobre sí mismo y que deben buscarse comunes denominadores, pero precisamente con quienes pueden existir esas coincidencias y no con los enemigos del sistema.

Las crisis ponen en descubierto las fortalezas y debilidades de los líderes y cuando ese nivel resulta insuficiente ya sea por carácter, formación, compromiso, ideología o por lo que fuera, la buena política lo que hace es- en vez de exponerlos para decir cosas que a nadie convencen-  cobijarlos de una presencia plural con todos aquellos que tienen las mejores intenciones y que coinciden en un discurso que debe ser leído por el máximo exponente del gobierno, pero que primero debe ser debatido por los mejores aportes de las fuerzas afines  y que debe congregar las ideas más lúcidas para afrontar la crisis.

Suponer que incorporar a cargos de ministerio a personas de la oposición es no considerar que el problema radica en el núcleo en el que se toman las decisiones, con lo que primero debería revisarse su funcionamiento e integrar a éste a quienes no sólo puedan hacer un aporte desde la inteligencia, sino que puedan agregar representatividad y confianza para el conjunto de la comunidad. No es momento tampoco para conductas individualistas ni pensamientos mesiánicos.

El futuro de Cambiemos está en manos de quienes desde el PRO en su momento aclararon que no se trataba de una alianza de gobierno sino de un frente electoral, pero siguieron utilizando su nombre por una cuestión de marketing de gestión. Si en la resolución de la crisis no se construye un funcionamiento en el que participen los partidos que la constituyen, cada uno de ellos deberá asumir sus responsabilidades históricas a partir de expresar su propio pensamiento político de lo contrario el seguidismo ciego - que como en el caso de la U.C.R.- sólo le sirve a los dirigentes que lo usan para detentar cargos o enclaves de poder, terminará por destruir la última trinchera de la democracia que son las ideas que se deben manifestar a través de esas instituciones partidarias.

Debe quedar en claro que la defensa de las autoridades democráticas y sus mandatos que expresan la voluntad popular, aún de aquellas con las que podemos no coincidir, no puede ser puesto en duda ni en discusión por ningún medio y que su defensa nos tendrá siempre en la primera línea, porque expresa en forma explícita la defensa de la democracia, por la que hemos luchando tanto para que sea el sistema político y la forma de vida de los argentinos.