En las últimas décadas se ha aprendido algo más, y ahora sabemos que la física cuántica no va de partículas y ondas sino que es una teoría sobre la propia información, sobre el espacio y el tiempo, sobre las relaciones entre causa y efecto, y sobre el conocimiento en sí mismo.
Químico, doctor en Física por la Universidad de Bristol, editor de la revista Nature y colaborador regular de New Scientist, Philip Ball se ha propuesto que la física cuántica sea accesible y maraville a todo el mundo. Para conseguirlo, en su nuevo libro repasa los aspectos más desconcertantes de la teoría y los clarifica: efecto túnel, dualidad onda-partícula, superposición (una misma partícula cuántica puede ubicarse simultáneamente en dos lugares distintos), principio de incertidumbre, entrelazamiento y «efecto observador» (del que hemos leído y escuchado hablar livianamente hasta el hartazgo), en el que las medidas que se toman para conocer el valor de una magnitud cambian el estado mismo del sistema. También se ocupa de derribar mitos: la cuántica no desafía la velocidad de la luz, no dice nada en particular sobre la conciencia y no fue odiada ni denostada por Albert Einstein.
En su obra, además, el autor sostiene que no se trata de una teoría de partículas y ondas diminutas, sino de una teoría sobre la información y su influencia causativa. En otras palabras, se trata de qué y cuánto podemos deducir sobre el mundo al mirarlo y de la dependencia entre conexiones íntimas e invisibles. La mecánica cuántica, afirma, pone en tela de juicio la naturaleza misma de la realidad tal y como siempre la entendimos.
Ball sabe sobre lo que escribe y lo cuenta de manera atractiva y equilibrada; cuando lo necesita, recurre a la historia o la filosofía. En suma, Cuántica es un trabajo serio, sólido y accesible sobre un tema científico difícil. Lectura imprescindible, muy por encima de cualquier otro libro de divulgación que se haya escrito sobre el tema.
